Disforia de género en adolescentes.

Observatorio de Bioética: https://www.bioeticacs.org/?dst=verNoticia&id=546#gsc.tab=0

El preocupante incremento del número de jóvenes y adolescentes que afirman padecer disforia de género o disconformidad con su sexo biológico, plantea la necesidad de identificar los factores que pueden estar detrás de este cambio de tendencia.

La influencia de las redes sociales, que pueden ofrecer una realidad distorsionada a muchos de ellos e incluso promover la aparición de conductas adictivas cuando son utilizadas sin el control ni la formación suficiente, parece ser un factor desencadenante en muchos de los casos de disforia de género, tal como se muestra en el caso que presentamos a continuación.

En esta ocasión es Charlie Jacobs -pseudónimo de una norteamericana, madre de dos adolescentes- la que ha querido explicar con detalle en The Daily Signal cómo su hija a los 12 años, como consecuencia de unas charlas para jóvenes impartidas en su colegio y las redes sociales, se introdujo en el movimiento transgénero, creando en ella una adicción destructiva que la hizo distanciarse de sus amistades, pasar horas enganchada en las redes sociales a través de cuentas falsas que su madre desconocía, cambiar radicalmente hasta resultar “irreconocible” y romper con todas las reglas familiares, para finalmente, y antes de cumplir los 15 años, anunciar que se consideraba transgénero, situación que se agravo cuando la niña comenzó a amenazar con suicidarse después de hundirse en una profunda depresión. La comprensión, el cariño y la firmeza en la verdad de esta madre están ayudando a la niña a superar todo el daño causado por la ideología transgénero.

No es la primera vez que una madre cuestiona la transexualidad de su hijo o de su hija. Como ya comentamos en nuestra web, la asociación AMANDA nace como consecuencia de la inquietud generada en madres que cuestionan el autodiagnóstico de sus hijos y reclaman “que se permita a los profesionales atender los malestares previos a la disforia, diagnosticar —quien debe hacerlo es el profesional, no el paciente— y tratar de acuerdo a un planteamiento prudente antes de tomar decisiones irreversibles y en el que los tratamientos irreversibles sean la última opción a valorar, por el daño corporal que suponen”.

Por otra parte, deben mencionarse los estudios que avalan que alrededor del 80% de los casos de adolescentes con disforia de género desisten de esta tendencia tras la pubertad, lo que cuestiona fuertemente la tendencia de algunos sectores que promueven la intervención temprana mediante tratamientos de bloqueo y transición hormonal, que pueden derivar en graves secuelas, irreversibles en muchos casos, tal y como se recoge en el informe del bioeticista Julio Tudela y en el libro “Un daño irreversible: La locura transgénero que seduce a nuestras hijas”, de Abigail Shrier, periodista del Wall Street Journal, considerado libro del año por The Times y The Economist.